RICARDO YáñEZ, EL GENERAL DIRECTOR DE CARABINEROS QUE GANA TIEMPO

“Las personas y las instituciones quedan. Y la institución de Carabineros cuenta con todo mi apoyo. Y el general [Ricardo] Yáñez, mientras esté de general director de Carabineros, cuenta con todo mi apoyo”, dijo el pasado jueves el presidente chileno, Gabriel Boric. Es una frase que refleja cómo bajó la tensión que existía hasta hace una semana, cuando el líder de la policía uniformada chilena estaba a punto de dejar su puesto. Su salida, anticipada, se concretaría después del 27 de abril, el día de la conmemoración del aniversario 97º de la institución, y había un plazo último: el 7 de mayo sería formalizado por la Fiscalía por el delito omisivo de apremios ilegítimos y homicidio durante el estallido social de octubre de 2019. Ese año, Yáñez ocupaba el cargo de director de Orden y Seguridad.

Pero los acontecimientos del 27 de abril en la región del Biobío, cuando Yáñez se despediría de los 57.000 funcionarios, cambiaron el destino inmediato del general. En la madrugada, ese sábado tres Carabineros fueron asesinados a balazos y quemados en la camioneta que patrullaban, en la ruta P-72 S que une Tirúa con Cañete, en la provincia de Arauco. Ahora Yáñez permanecerá en su cargo al menos hasta el 1º de octubre, la nueva fecha que fijó el 7º Juzgado de Garantía de Santiago para retomar su formalización a petición del fiscal a cargo de la investigación es su contra, Xavier Armendáriz. Es una determinación que, según informó el fiscal nacional, Ángel Valencia, obedeció a las reiteradas peticiones de parte de la defensa del uniformado de contar con más tiempo para analizar los antecedentes de la investigación.

El aplazamiento de la audiencia coincidió con la decisión del Gobierno de Boric de allanarse a cambiar su criterio respecto de que ningún funcionario público, que tenga un puesto de confianza del presidente, pueda permanecer en su cargo si es objeto de una formalización judicial. “No es un momento de debilitar ni mover a las figuras clave”, adelantó el domingo pasado la ministra del Interior, Carolina Tohá, en medio de las investigaciones para dar con los responsables del triple homicidio que ha sacudido al país. Y el mandatario, además de respaldar a Yáñez, ha admitido que su salida no era conveniente en este momento. “Es a todas luces evidente, y es de sentido común, todo el mundo lo dijo, [que] en estas condiciones era muy inconveniente que el general director de Carabineros esté sometido a una formalización en estas características. Pero la decisión es autónoma de la fiscalía y de tribunales de justicia”. Y agregó: “Lo importante es que toda la sociedad chilena esté unida y en eso es importante tener a la institución de Carabineros fortalecida”.

Así, tras la postergación, es probable es que el actual general director pueda romper la llamada maldición del uno, como se ha denominado al interior de Carabineros al hecho que desde 2015 ningún líder de la institución haya logrado terminar sus períodos. Los tres anteriores, Bruno Villalobos, Hermes Soto y Mario Rozas, vivieron su retiro forzado antes del plazo de cuatro años, el que en el caso de Yáñez se cumple el próximo 19 de noviembre.

General en dos gobiernos

A diferencia de su antecesor Mario Rozas, de quien es muy cercano, Yáñez es un carabinero más de calle que de cargos administrativos. Trabajó por casi 30 años en la comisaría de Viña del Mar, luego entre 2015 y 2016 fue designado como comisionado de Carabineros de la embajada de Chile en Buenos Aires. A su regreso a Chile asumió como prefecto en Colchagua, provincia ubicada a 190 kilómetros de Santiago, tras lo cual fue ascendido a general y trasladado como jefe de Tarapacá, en el norte chileno, desde donde asumió como jefe de Orden y Seguridad.

Su nombramiento como general director, en noviembre de 2020 durante el Gobierno de Sebastián Piñera (2018-2022), de la derecha tradicional, fue visto con buenos ojos por las tropas de Carabineros, sobre las que pesaba un fuerte cuestionamiento por el actuar policial durante el estallido social. Aunque desde la derecha algunos tuvieron sus resquemores. En una sesión del Congreso en noviembre de 2020, Javier Macaya, diputado y presidente del partido de la derecha tradicional Unión Demócrata Independiente (UDI), reveló a su par, el diputado Patricio Melero, sin percatarse que su micrófono estaba abierto, que el general director de Carabineros era “zurdo”, es decir, de izquierda, al igual que su familia en San Fernando en la Región de O’Higgins. Frente a ello, Melero le respondió: “Puede ser bueno”.

Más allá de la anécdota, funcionarios que han trabajado con Yáñez desde el anterior Gobierno, mencionan que, aunque puede tener una afinidad más de centroizquierda, que por su disciplina institucional tenía la capacidad de adaptarse con presidentes y administraciones de diferente signo.

Durante el Gobierno de Piñera, Yáñez tendió buenos puentes con el ministro del Interior, Rodrigo Delgado, y con el subsecretario, Juan Francisco Galli. Y antes de que asumiera Boric en marzo de 2022, el mismo Yáñez dio los primeros pasos para pavimentar una buena relación con el joven mandatario. Ambos coincidieron en diciembre de 2021 en Punta Arenas, ciudad de origen del presidente, oportunidad en la que conversaron por primera vez y sentaron las bases de lo que es hasta hoy es una relación “franca, directa y cordial”, como la califica una fuente de la institución.

Boric, en su programa presidencial, en la primera vuelta, había propuesto refundar Carabineros. Pero cuando pasó al balotaje, cambió la palabra a reformar.

Yáñez ha cultivado una relación cercana con Boric, la ministra Carolina Tohá y el subsecretario del Interior Manuel Monsalve. En los más de dos años del actual Gobierno, en el contexto de la crisis de seguridad del país y la irrupción del crimen organizado, el jefe policial se ha transformado en un apoyo clave para la Administración de izquierdas. Por ello, su salida del cargo, tras el homcidio de los carabineros, implicaba un problema para el Gobierno. “Es una persona que, pese a tener esta restricción de opinión y que entiende bien su papel de subordinado al poder político, sabe moverse muy bien sin hacer proselitismo. Le habla a la ciudadanía y no a los políticos”, señala una fuente que conoce al uniformado.

Un episodio que refleja ese liderazgo ocurrió en marzo de 2023, cuando Yáñez hizo un llamamiento a los parlamentarios a que legislaran para sacar la ley Naín Retamal, que protege la función de Carabineros. En una visita al cabo Alex Salazar, atacado en medio de una fiscalización policial y quien posteriormente falleció, señaló: “Ya basta. Si queremos tener un país seguro y vivir en paz, entreguemos las condiciones, entreguemos las herramientas”. Sus palabras motivaron una llamada al orden de parte de la ministra Tohá, pero el episodio se cerró finalmente con un apoyo cerrado del Gobierno a Yáñez.

84% de aprobación

Desde que asumió, Yáñez se planteó como desafío la modernización al interior de Carabineros. Para eso tomó la decisión de ampliar de uno a dos años la formación de la Escuela de Suboficiales. En 2023 las postulaciones a oficiales y suboficiales para ingresar a Carabineros se duplicaron respecto de 2022, aunque no ha repuntado a lo que eran en 2018 (17.653). La primera baja fue 2019, el año del estallido social, con 14.737, cuando la policía uniformada fue objeto de fuertes críticas. Luego vino la pandemia y cayeron a 6.677 en 2020 y a 7.077 en 2021. Pero los 6.868 interesados en entrar a la institución en 2022 se convirtieron en 12.535 en 2023, según ha reportado El Mercurio.

El trabajo comunicacional ha sido otro de sus sellos. Desde su llegada, Carabineros ha desarrollado un trabajo en sus redes sociales para comunicar sus operativos, de manera que no solo se conozca su labor cuando deben ejecutar labores de orden público. La mayor participación de Carabineros en matinales y programas de televisión de corte ciudadano es otra de las estrategias que ha implementado en general para acercar a la institución a la gente, así como también promover una agenda de probidad interna. Otra de las líneas de acción ha sido el trabajo conjunto con policías de otras latitudes, como Alemania e Italia, que han participado de capacitaciones en la mantención del orden público para sus pares locales.

Yáñez también ha logrado dar vuelta la imagen negativa que tenía Carabineros tras el estallido social. El punto más bajo de aprobación, según la encuesta Cadem, lo alcanzó en marzo de 2021 con solo un 43%. Según el último sondeo, un 84% aprueba hoy el trabajo de la policía uniformada. “Yo asumí una institución que estaba absolutamente en el suelo. No solo en las encuestas, sino en la opinión de muchas personas que tenían acceso a los medios, pero quiero decir que ese no era el retorno que yo recibía en terreno, visitando las comunidades, las regiones. Allí la gente no pedía menos carabineros, sino más. Quería más seguridad, más tranquilidad y paz”, dijo hace una semana en una entrevista con El Mercurio.

“Él llega con una mirada más protectora de las filas y más defensora de los carabineros. Se para en ese sitial y lo hace bien. Además, parte siendo un activo para el Gobierno que le da un nuevo aire a filas debilitadas y cabizbajas desde la persecución política y ciudadana que vivieron”, comenta una fuente que ha trabajado con la institución desde la política.

Por estos días, el general director de Carabineros se encuentra concentrado en encontrar a los responsables del triple homicidio ocurrido en Cañete, y al menos públicamente, no se ha referido al giro de los acontecimientos que lo salvó de su inminente salida que, de todas formas, deberá concretarse antes de cinco meses. Un vuelco que ha traído costos al Gobierno de Boric desde sus propias filas. Para sectores del Partido Comunista resulta peligroso para la institucionalidad que la Fiscalía aplazara las audiencias de formalización para darle el gusto a un sector político, en referencia a las peticiones de la derecha luego de los asesinatos de que Yáñez se quedara y que, evidentemente, tuvieron acogida en La Moneda.

El propio general, como quedó claro por diversos recursos que presentó en las últimas semanas, no quería irse. Y lo consiguió: logró ganar tiempo.

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